martes, 29 de octubre de 2013

Bucle infinito

Cuando somos niños, todos soñamos con ser mayores; queremos ser esas personas jóvenes que vemos en la televisión o caminando por la calle, aquellas que lucen extremadamente bien en esos cuerpos esbeltos o que ya han alcanzado su mayor estatura. Las niñas queremos usar tacones y maquillaje, los niños quieren tener barba y poder conducir legalmente.Soñamos una vida llena de éxito, de estudios en al universidad, de popularidad infinita, de cientos de novios o novias que se van acumulando a lo largo de la vida, quizás ser cantantes o actores o tener todo el éxito obtenido.

Luego llegamos a esa edad que tanto esperamos, y nos damos cuenta que no es cierto todo lo que esperamos que cambiaría de un momento a otro... como cuando decían que en el año 2000 las casas serían super inteligentes o los cohces volarían, y esta afirmación la dieron el 30 de diciembre de 1999. Nos percatamos que hemos estado repitiendo un ciclo medianamente similar desde que éramos pequeños, aunque existan diferencias marcadas entre la vida de cada individuo, pero al final son pocas las personas que lograron el éxito esperado cuando eran niños... mientras que los demás nos seguimos esforzando por alcanzar objetivos que así como se ven más cecas que antes, parecen más lejanos que ne cualquier punto de nuestra vida.

Deseamos entonces no llegar a viejos, tener más tiempo y energía para lograr los objetivos; que el cerebro nos siga funcionando como hasta ahora, que las enfermedades del corazón y que también padecían los abuelos no se hagan presentes en nosotros, ni tampoco que tengamos algun accidente repentino que termine con nuestras vidas. Queremos hacer lo más posible en el menor tiempo esperado; el mundo se transforma en una especie de bocadillo, de esos que dan en los grandes banquetes y que son deliciosos, pero de lo cual nos percatamos hasta que lo hemos devorado de un solo bocado sin darnos tiempo de saborearlo antes. Nos afanamos en hacer mucho, más, mejor... ¡Saber, saber, producir, comprar, tener! pero que la vida no siga su curso, que el tiempo se detenga y nosotros podamos vencer a la vejez.

Y después, cuando menos nos percatamos, somos esos ancianos de ojos cansados, manos ásperas y piel arrugada que se resguardan debajo de los árboles del parque, dando de comer a las aves y apreciando la manera en que éstas se comportan. Somos los ancianos que no queríamos ser, los que han ahora meditan acerca de su vida perdida entre estudios y estupideces que no le sirvieron para nada, dejando de lado cosas importantes; seremos los ancianos que mirarán al pasado y añorarán el abrazo de mamá o las convivencias con la familia, derramarán lágrimas al recordar amigos, viajes, tiempo desperdiciado en saber y conocer, y se reprochará a ´si mismo no haber tenido más tiempo para admirar so atardeceres, para mojarse con las lluvias del verano o caminar en el campo en compañía de los buenos amigos; desearán haber sembrado un árbol y cuidarlo hasta ver a qué punto podía llegar a crecer, ver con sus propios ojos aquellas cosas que fueron tan obvias en los libros y cotidianas en la vida que se les dejó de prestar atención. 

Entonces, desearán volver a ser niños y vivir su vida de la forma en que ahora desean.

Y se comenzará de nuevo el viaje en un bucle infinito.

lunes, 14 de octubre de 2013

Vida... libre

Un día voy a dejar el miedo de lado, también los prejuicios y las presiones sociales. Voy a dejar de hacer las cosas que hasta ahora siempre me habían dicho que “debía de hacer” y comenzaré a hacer las cosas que realmente quiero.

Buscaré emociones fuertes, corriendo a 200 km/h en una autopista de Alemania; viajaré por todo un país valiéndome solamente del dedo pulgar y sobreviviendo de lo que pueda hacer con mi talento y mi habilidad. Conoceré gente, escribiré historias sin final ni principio para personas a las cuales jamás volveré a ver; dejaré caer máscaras ante la sociedad, y le diré a la persona que más mal me cae que es un hijo de puta y que puede irse a chingar a su madre. No me importará su reacción, no me importará lo que la gente piense de mí, si pasa o no tiempo conmigo, si prefieren juntarse entre amiguitas de la preparatoria para pintarse las uñas, ponerse mascarillas y contar los chismes acerca de las intimidades de cada una pues yo pasaré el tiempo buscando mi propio destino, aprovechando los segundos viendo cosas que nadie, desde la comodidad de su sofá y debajo de una manta calientita imaginaría siquiera que existen.

Gritaré mi nombre en Machu Pichu, lo gravaré a punta de cincel en la Patagonia, nadaré desnuda en las costas de Australia y haré una y otra vez el amor en algún rincón escondido de Praga. Dejaré de lado los títulos universitarios, la educación, el futuro que alguna vez quise y que quizás pueda haberlo alcanzado para ese entonces… pero no lo dejaré porque ya no lo quiera, porque no quiera continuar más con eso, sino para probar el sabor del peligro, de lo arrabalero, del mundo que permanece oculto ante nosotros simplemente porque nos negamos a observarlo. Quiero protestar contra cualquier cosa en San Francisco, adoptar un perro en Montreal, apadrinar a un niño en México y abrazar a otro más que padece en África, hasta crear arte sin que yo misma sea una artista.

Quiero que mi vida sea marcada por un sello inigualable, mío, propio, Aydee de actos y no de palabras, Aydee de hechos y no de pensamientos… Aydee de libertad y alas extendidas, no de jaulas mentales.


jueves, 5 de septiembre de 2013

De maestros, alumnos... y lo echado a perder de la sociedad.

Si quieren que sus hijos triunfen, comiencen a educarlos desde casa, enseñándoles cosas básicas como obedecer, poner atención y respetar a los demás.
A pesar de que no soy maestra, por cuestiones de servicio social me ha tocado cubrir grupos sin maestro, todos de secundaria, y aunque todo ese rollo de la edad, la personalidad y las hormonas tiene algo de razón, no es justificación completa para lo groseros y maleducados que son muchos niños. No generalizo, claro está, porque también hay estudiantes muy dedicados y respetuosos, a los cuales incluso hasta da gusto ayudarlos a aprender, pero a muchos niños ganas me dan de agarrarlos a cachetadas.
Día con día, todos soportamos el despotismo y la vagancia (por no decir huevonada) de los muchachos: interrumpen, gritan, hacen señas obscenas, nos dicen groserías en nuestra cara, nos dicen que nosotros no somos nadie, que no nos harán caso, y después ponen su cara de mosca muerta cuando se les manda llamar a los papás, papás que por cierto siempre les protegen diciendo que sus hijos son unos angelitos aunque ellos mismos saben que fueron paridos por el mismo satanás. Y por si fuera poco, los papás todavía quieren que los maestros ni toquen a los alumnos (si, son intocables), y exigen que hagan su albor de "educarlos".
En palabras de un profesor: los maestros somos formadores, no educadores. Y es que es cierto: la educación es da en casa, ahí se deben inculcar y poner en práctica los valores, y dejar que los maestros enseñen matemáticas y español y física, porque para eso estudian y ese es su trabajo. Los papás últimamente se lavan las manos, se justifican bajo ese concepto estúpido de que la escuela va a formar a sus hijos como personas exitosas, cultas, excelentes… cuando ni siquiera los ellos son capaces de inculcar en sus hijos el sentido de la responsabilidad, el esfuerzo, el trabajo duro y/o en equipo.  Los niños crecen en un ambiente donde todos se gritan y se humillan, donde el que tiene que conseguir algo sólo necesita pedirlo o tomarlo de alguien más sin permiso, donde se limitan a sentarse frente a una computadora y buscar en internet alguna duda estúpida en lugar de investigar durante horas en varios libros; los hacen sentir reyes de la casa, intocables, superhéroes que jamás podrán ser derribados por nadie más, y solamente se les hacen ver sus derechos pero no sus obligaciones. Se vuelven mantenidos, egoístas, inútiles…. Talento desperdiciado.
Lo peor del caso, es que este tipo de situaciones no las he visto solamente en secundaria, sino que también las vivi EN LA UNIVERSIDAD.
Conviví con compañeros de todo tipo, personas que no podían guardar silencio mientras estábamos en plena clase, personas que para todo tenían que salir con una pendejada sin sentido queriendo hacer un chiste (que no tenía chiste), personas que faltaron a sus tareas por pura huevonada y que después se les hacía fácil decirle a algún compañero “pásame la tarea, al cabo le cambio poquito”, e incluso otras personas que llegaron a ponérsele al brinco a los maestros nada más porque no les pareció la calificación que les puso al final. Conocí personas que tuvieron los huevos (aunque se oiga feo) de presentar como propio un trabajo práctico de psicología que fue bajado de internet (y ante una maestra con años de experiencia en el ramo); personas que no es tomaban en serio las clases y que en lo único que pensaban era en las fiestas y en tomar, y lo más delicado: personas que se tomaron a la ligera el trabajo terapéutico, siendo irresponsables con sus pacientes.
Y eso que se supone que somos una de las generaciones aún rescatables de la educación en México.
Yo jamás fui perfecta, y también tuve fallos en los estudios. Durante muchos años le respondí mal a algunos maestros nada más porque me caían mal, y fui grosera con otros tantos porque me había enojado mucho… pero siempre procuré ser una buena estudiante, y cumplir con todos mis trabajos. Siempre estuve consciente de que tenía responsabilidades en cuanto a mis estudios, y si no hacía las tareas no intentaba justificarme con estupideces. Si una clase me parecía aburrida, puede que no le pusiera atención pero al menos procuraba no interrumpir: mandaba papelitos a otra persona distraída, e incluso hasta me quedé dormida en clase, pero procuraba que mis acciones no perjudicaran a nadie más.
Todo lo anterior, porque me enseñaron valores en mi familia.
Lo lamentable del asunto es que esos hijos de la chingada que están en las aulas, mañana estarán en abundancia y con descendencia en las calles.
Lo rescatable del asunto es que hay hijos de la chingada que podrán cambiar, reivindicarse, y mañana estarán en abundancia y con descendencia en las calles.

Lo  bueno del asunto es que hay hijos que no son de la chingada y que mantendrán el equilibrio en la sociedad.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Redes Sociales

Tengo facebook, al igual que la gran mayoría de las personas que conozco. Lo uso ocasionalmente para publicar tonterías, pensamientos sin sentido, quejas injustificadas (que se me dan mucho), fotografías que me parecieron curiosas, artículos de interés, entradas de un blog que nadie lee... cosas vanales, como se les podría nombrar, y es que no le veo sentido a ventilar mi vida íntima y que todo el mundo lo sepa.

Muchas personas, con tal de obtener muchos "likes" o comentarios en sus publicaciones, no miden las consecuencias de las mismas: suben fotografías de ellos mismos en poses sexuales, poca ropa, intentando dar a los demás una imagen de "chic@ sexy" y así ganar muchos likes, como si los mismos fueran sinónimo de popularidad real. Así mismo, suben fotos de niños pequeños, habiendo muchísimos pedófilos merodeando por ahí; suben fotos de sus familias, la casa, el auto, últimas adquisiciones, zapatos, anillos, y los no menos importantes cafés de media tarde, comida (con filtro incluído) y últimamente el recién agregado estado de ánimo... santo y seña de dónde están, arriesgando que en un país como el nuestro, con secuestros a la orden del día, sean ellos las próximas víctimas.

¿Y tu privacidad, usuario?

O mejor aún... ¿y tu calidad de humano sociable?

Viviendo tan apendejados (porque no hay otra palabra) en el internet, nos alejamos de las personas que están más cerca de nosotros. Eso si, nunca falta el mensajito de amor y felicitación a la madre/padre en su cumpleaños (y que el respectivo destinatario no tiene facebook), el abrazo virtual, el pensamiento positivo copy-pasteado de otro facebook o de google buscando "frases de...", el mensaje al amigo/familiar muerto...

Eso si, todo lo anterior fuera de las redes sociales es lo contrario: el aislamiento de la familia y las reuniones sociales por estar pegados en la lap/celular/tablet, el constante reto a las autoridades como son los padres, con su poderosa e infaltable dosis de groserías, gritos, desvalorización e incluso hasta golpes; la ignorancia hacia el amigo que pasa por momentos difíciles, o incluso el hostigamiento en base a ese tema antes que extenderle una mano de ayuda, las caras amargas en la calle, las mentadas de madre a los conductores, las críticas y caras de repugnancia al minusválido... y de los difuntos, prefiero citar a Jaime Sabines:

Yo no quiero elogiarte como acostumbran los arrepentidos
porque te quise a tu hora, en tu lugar preciso
y harto sé lo que fuiste, tan corrientem, tan simple
pero me he puesto a llorar como una niña porque te moriste.

Hubiera seguido con la entrada, pero prefiero dejarla hasta aquí, a la imaginación de los pocos lectores que pasarán por éstos rumbos y con la finalidad de que cada uno piense si quiere vivir la "vida de estrella": ajetreada, ante la vista pública, sin secretos ni intimidad... o si como muchos otros, queremos vivirla plenamente y en tranquilidad.

Paz, hermanos.

viernes, 2 de agosto de 2013

Travesía de la tristeza

Poco a poco veo cómo mis sueños se vuelven cada vez más lejanos, quizás imposibles de alcanzar; quiero pensar que todo lo que está sucediendo es temporal, que tuve la mala suerte de que todo se juntó en el mismo lapso de tiempo, y que por ello es que estoy tan sacada de onda y desorientada en un mundo que, hasta ahora, lo veo pero como si estuviera yo dentro de una jaula.

La libertad podría ser mi única opción, el motivo por el cual sigo adelante; a veces quisiera que solamente fuera suficiente con decir que haré tal o cual cosa, que las cosas que pienso salieran exactamente como lo he planeado, como me lo esperaba. Ojalá muchas veces no tuviera que esforzarme tanto en cosas que al final parecen sin sentido...

Mi mamá está a mi lado y se me ha quedado mirando de una forma muy rara. La verdad es que no me gusta cómo me mira, no me gusta cómo me juzga sin decir ni una sola palabra, ni tampoco cómo es que desvaloriza cada acción que realizo, cada palabra que digo, cómo mantiene al margen de sus propios intereses mis opiniones e inquietudes con respecto a mi propia vida. A veces me pregunto si quiere que sea la persona que nunca fui, el niño que esperaba tener pero que al final le salió sin pene y con pechos que se desarrollaron mucho tiempo después; a veces me pregunto si las expectativas que tiene de mi vida es que estaré a su merced... porque me parece que así fuera, que está esperando que haga lo que quiere siempre, tal como hasta ahora lo he hecho. A final de cuentas, me pregunto si voy a cargar con algo que no me corresponde, como siempre lo he cargado hasta ahora.

He sido juzgada desde siempre por mis ideas, mis pensamientos, mis sueños, mis acciones, mis palabras, mi aroma, mis costumbres, mi forma de vestir y de peinarme, la forma en que me maquillo, la carrera que decidí estudiar. He sido burro de carga de los errores de los demás, las tardanzas, los descuidos, los accidentes, las enfermedades, la culpa y la vergüenza ajena... como si a mí me importara mucho lo que los demás piensen de mí. He sido juzgada por mi propia familia como estúpida, inútil, huevona, lesbiana, resbalosa, puta, cualquiera, vergüenza para la familia... loca por querer hacer algo distinto a los demás, por quererme elevar y revelar diciendo que no quiero permanecer en la mediocridad y el conformismo, que quiero ir más allá, que no quiero casarme ni tener hijos pronto, que quiero viajar, que quiero independizarme, que quiero ser yo.

Y sin más, al final... ¿qué hay? Desgaste emocional, tristeza, fatiga, anhelo, sueños que se ven cada vez más lejos; deseos de partir, de volar, de ser quien quiero ser, de mandar todo a la chingada y decirles que se pueden meter las opiniones por donde mejor les quepan... deseos de demostrar que puedo hacer lo que quiero, a pesar de sus constantes ofensas y desvalorizaciones.

Pero luego, regreso a la realidad. Sentada ante la laptop, me dedico a escribir lo que quisiera, a tolerar las represalias, los disgustos, a cargar las culpas que no me corresponden.

A veces, mis sueños se ven tan lejanos...

lunes, 22 de julio de 2013

Petición al CULagos.

Dr. Armando Zacarías Castillo, rector del Centro Universitario de los Lagos.
Altos mandos administrativos, coordinadores, profesores, alumnos, achichincles, prestadores de servicio social y demás gente que labora día a día en las instalaciones de la universidad:

Soy egresada reciente de la Licenciatura en Psicología, ansiosa como muchos otros por probar la vida laboral y nerviosa por lo que me puede deparar la vida al salir de la zona conocida para encarar un mundo al cual no estoy acostumbrada del todo, no en una profesión, no en un espectro concreto de oportunidades basadas en las habilidades propias que truncan en alguna rama o en algún punto lo que quizás sea una aspiración. Hoy no busco fama, tampoco que me aclamen, lo único que busco es expresar por éste medio la necesidad de mejoras en el sistema de formación académica de nosotros los psicólogos, profesión igual de respetable que la de un ingeniero industrial, un médico, un mercadólogo o un administrador de empresas, pero quizás muchas veces encerrados en el cliché de que los psicólogos ayudamos única y exclusivamente a los demás a ser más felices y vivir mejor.

Vivimos al menos cuatro años de nuestra vida encerrados entre libros, cuadernos, anotaciones, estudio y teorías; nuestra formación universitaria se basa en largas lecturas que ayudan a entender mejor a los demás seres humanos. El principal foco de lucha del psicólogo es cambiar el estándar de percepción que se tiene sobre sí mismo, sobre sus habilidades, aptitudes y campo de trabajo; las personas estamos acostumbradas a pensar en un psicólogo como alguien que te escucha y da solución a tus problemas, quien "te quita el trauma", y muchas veces se minimiza a eso cualquier especialización que tenga el profesionista. Habemos psicólogos clínicos, educativos, sociales, laborales, de la educación especial, neuropsicólogos, todas éstas especializantes universitarias; la labor se extiende a mucho más: psicólogos del arte, del deporte, psicoterapeuta gestalt, humanista, psicoanalista... y al final todos terminamos siendo el mismo: "el loquero".

Basta del desprecio, merecemos reconocimiento y formación que vaya más allá del tallerista, consejero o conferencista.

Pido ya no para mí, sino para las personas que están por aventurarse en un camino por nosotros ya recorrido. Pido visión en la educación, innovación en las estrategias de enseñanza, actualización de los contenidos, estudios específicos de las poblaciones hacia las cuales finalmente serán dirigidos los servicios de CUALQUIER carrera ofrecida por el CULagos. Pido prácticas de lo aprendido, dinamismo, funcionalidad, acercamiento al mundo real aunque sea mínimamente, apertura de los espacios en los cuales realizar las prácticas profesionales, orientación específica y constante en medida de lo que sea necesario, y también volver obligatorio aquello que se vuelve cada vez más demandado en la realidad, como podría ser un segundo idioma, el manejo de Office, y la implementación de espacios que favorezcan el crecimiento académico personal.

A lo largo de la carrera, ganamos habilidades que deberían ser fortalecidas y no solamente tachadas como algo pasajero y necesario para acreditar las materias: sabemos de investigación, análisis de datos, análisis de resultados, elaboración de instrumentos de medición... y sin embargo nos vemos siempre reducidos al concepto por nosotros conocido como psicólogo clínico, a la terapia, al acompañamiento, cuando nuestros intereses, habilidades y aptitudes son variadas y van mucho más allá de lo que nos muestran en el programa de las materias. Muchas veces queremos saber más, queremos avanzar, salir al mundo y aplicar lo que hemos estado aprendiendo; muchas veces queremos que la universidad nos dé ese conocimiento que no somos capaces de adquirir con la experiencia en un mundo real, y que quizás no será del todo certero por el método de transmisión del mismo, pero que al menos nos dará una base firme sobre la cual nos podremos apoyar después... justo como nos dan la base firme de la entrevista, de la evaluación psicológica y de la intervención.

Yo, Aydee Márquez, manifiesto abiertamente mi sentimiento de frustración al verme ahora como una recién egresada, con conocimientos de muchas cosas pero a la vez con baches en los mismos y que sé que pude haber adquirido y practicado durante la universidad. Manifiesto que me siento perdida e inútil como profesionista, sintiendo que no he aprendido nada; manifiesto que me siento incompleta, y que mi afán de encontrar la completud en el conocimiento ahora por fuera de la universidad me lleva a la frustración de verme a mí misma en un punto donde no puedo avanzar porque simplemente no existe la oportunidad de un curso o diplomado que me ayude a mejorar, porque mis condiciones y lugar de residencia no da para más. Manifiesto que me siento triste al pensar que el conocimiento estuvo a la vuelta de la esquina o detrás de una puerta que no nos dejaron tocar porque "no aparecía en el programa" (pero sí aparecieron cosas repetitivas, inútiles y/u obsoletas)

Mi orgullo es ser U de G. Mi anhelo es ver que se puede poner cada vez más en alto el nombre de nuestra Institución. Quiero ver a la Universidad de Guadalajara crecer, aumentar el prestigio... y no solamente permanecer, existir, o que en un final fatídico termine siendo la Universidad indeseable de la nación.

domingo, 7 de julio de 2013

La vida del egresado

Después de las comodidades que estudiar la universidad refiere, además de las constantes quejas a nivel económico que la misma desata sobre la vida del estudiante (llamado muchas veces "estudihambre", sobre todo las personas que suelen dejar su lugar de residencia para terminar sus estudios en otra ciudad/estado), cabe destacar mi propia reflexión al respecto, la cual se ha visto influenciada desde la perspectiva de una experiencia vivida por mí (que recién empieza en realidad) tanto como por la observancia de las situaciones de egreso en personas de mi entorno:

Quien quiera seguir quejándose de que no tiene dinero y es pobre, de que no tiene trabajo o de que la vida es  muy injusta... lo seguirá haciendo. Trabajo hay mucho, pero depende de uno qué tan princesa nos ponemos bajo el pretexto de "es que yo no estudié para eso"

viernes, 5 de julio de 2013

Del "Me gusta" y otras barbaridades

Facebook nos ataca día a día; cada vez es más común encontrar en los anuncios de la tele o la calle al frase "Síguenos en Facebook (y twitter)" en lugar de "Come frutas y verduras" o "Salud es belleza". Las personas que recién se conocen tienden a preguntar "¿Tienes Facebook?" y la misma página social se ha vuelto ya un medio de chisme más certero que la propia convivencia.

En el post anterior, comentaba acerca de las fotografías que se publican diariamente en Facebook, y que en sí no tienen ningún sentido. Vamos, me he dado cuenta que ciertamente es una manera de introducir a los demás a nuestra vida privada o cotidiana, compartiendo además de las fotos frases de inspiración propia, imágenes con contenido reflexivo y cien mil pendejadas más que en sí -y siendo realistas- no sirven para nada. Facebook parece haber sido creado con la intención de que las personas se conocieran e interactuaran entre sí a pesar de la distancia física entre ellos; punto comprensible desde la perspectiva de que cada vez es más común conocer a personas en otro estado, país e incluso continente, lo cual orilla a hacer uso de las herramientas al alcance de la mano para continuar con la comunicación.

Sin embargo, y alejándonos del sentido comunicativo, conforme pasan los días Facebook y toda clase de redes sociales se están convirtiendo en una plaga que más que unir, aleja a las personas.

Las convivencias entre amigos poco a poco se vuelven una reunión en la cual conversan vía whatsapp o cualquier otro chaticito de facebook; ahora al acudir a las casas, antes preguntar cómo está la familia, se pide la contraseña del Internet, y una sarta de barbaridades de ese tipo que me siento incapaz de enlistar por lo amplio del asunto.

¿Qué pasa con la gente ahora? Parece que poco a poco las personas se preocupan más por dar una buena imagen de sí mismos en el facebook que en la vida real: la valoración de las personas poco a poco se basa en la cantidad de publicaciones "reflexivas" que hacen, la cantidad de fotografías posteadas... y desde luego, entre más amigos y "me gusta" tengan en todo, más populares son.

Y yo, en el Turista Mundial, tengo 7 países y 400 mil dólares en el banco, pero no por eso soy una chingonería de persona.

Hora con hora, nos estamos volviendo personas más superficiales. En realidad no sé cómo expresar las ideas que tengo en mente, pienso simplemente que las personas en internet somos tan útiles como las muñecas en un aparador: no hacemos nada, no nos movemos, buscamos luchar por igualdad desde lac omodidad de nuestra casa, buscamos dinero sin querer mover siquiera un dedo, queremos cambiar el mundo estando detrás de una pantalla y pedimos que nos reconozcan cuando todos los días nos escondemos detrás de falsedades que van desde posar en un auto de lujo que encontramos en la calle, pedir ropa prestada, hacer photoshop en la cara para que no se vean las espinillas, robarse frases célebres de personas importantes, canciones, o haciendo metáforas absurdas y cursis que creemos que son poesía. Visto de esa manera, no somos nosotros sino más bien una idea que queremos vender a los demás, y que nuestro pago es absurdo y falso porque es medido solamente en la cantidad de "me gusta" que existen, así como la popularidad se basará en la cantidad de contactos que se tengan agregados y la inteligencia será mayor en proporcion directa a los comentarios recibidos. Uno no es modelo por tener fotos con poses raras en un paisaje, o "artísticas" en la habitación y contra el espejo; uno no es filósofo o psicólogo por publicar frases cada 2 minutos, ni tampoco vamos a cambiar la educación del mundo publicando cuanto artículo leemos en la web... Ni tampoco es escritor el que publica quejas en un blog.

Abramos los ojos: la revolución para un mundo mejor no se hará si permanecemos todo el tiempo aislándonos de los demás, ni tampoco triunfaremos en la vida si evitamos salir a la calle y no somos capaces de iniciar una conversación con personas reales y presentes. Por mucho que mejore la realidad virtual, nunca se comparará mínimamente con la vida, con el aire, con las cosas, con un buen café al lado de un amigo o un beso de la persona que amas :3

jueves, 30 de mayo de 2013

Acerca de la puntualidad del mexicano

No, realmente no pretendo echarle tierra a mi propia gente, ni tampoco quisiera pararme el cuello y decir que yo soy la persona más puntual de la república, lo que sí me gustaría abordar en éste post es precisamente la falta de puntualidad en general del mexicano y la pertenencia de la misma a la cultura... aunque no debería ser así.

Al igual que muchos otros estudiantes, yo debo abandonar mi ciudad día con día y viajar al menos 1 hora para llegar a la universidad donde, afortunadamente y con mucho esfuerzo, ya estoy por terminar mi licenciatura. Durante 3 años y medio he tenido que abordar diariamente un autobús tanto al mediodía como en la noche, y he presenciado (y también protagonizado) actos de impuntualidad que rayan el límite de la mentada de madre para los demás. Si bien es cierto que muchas veces estamos a merced de las neuras del profesor, también deberíamos hacernos responsables para que cuando salimos a fiestas, llegar temprano o simplemente aceptar que uno se equivoca en cuanto al horario del camión. La cuestión es que la mayoría de las veces pude ver cómo las personas que llegaban tarde se enfurecían ante los regaños por la tardanza y -en el peor de los casos- por dejarlos ya que no estaban a la hora acordada; muchas veces se habló de compañerismo y de tolerancia, del supuesto respeto que se deben tener y el apoyo de que todos son estudiantes y tienen los mismos derechos.

¿Pero cuándo se pusieron a pensar en el respeto dado hacia los que pacientemente esperan?

Hoy precisamente, en uno de esos arranques de suerte en el que nos vamos en el auto de una compañera hasta la universidad (pagando la cuota respectiva de la gasolina), se acordó el horario de partida a las 2 de la tarde para con ello aprovechar el tiempo antes de la hora de clase y discutir cuestiones de graduación y todo ese cotorreo. Eran las 2:40 cuando pasaron por el lugar en que me recogerían... 40 minutos de mi vida desperdiciados estando parada en la calle a ver a qué hora se le ocurría a la señorita pasar por mi. Ahí fue cuando empecé a pensar en todo esto.

¿Qué tan difícil es planear las actividades?

Tenerlo todo extremadamente controlado es imposible, siempre surgen imprevistos ya que convivimos con personas de criterio propio y actividades propias de su agrado, sin embargo esa no es razón ni mucho menos pretexto para después dar la cara frente a otras personas y decir "perdón, se me hizo tarde".... y, desde luego, la disculpa siempre viene de las personas que o bien lo sienten realmente, o bien es su manera automática de desafanarse de sus propias responsabilidades (hoy yo no obtuve ninguna de ellas).
Yo creo que por eso a los mexicanos nos dicen que somos flojos y desobligados, o quizás muy relajados y poco responsables... y es que todos, en algun momento, nos hemos tirado a la flojera y a la conchudez de decir "de todos modos, todos llegan tarde". Y si, todos llegan tarde, pero esa tardanza retrasa los evetnos, los vuelve informales, dan flojera y aburren a los que esperan... ¿y los que son puntuales? Se les tacha de complicados, de obsesivos, de mil y un cosas y además todavía se incluye la burla respectiva... sin olvidar, claro, que luego nos admiramos de los extranjeros por su exceso de puntualidad.

Tenía una amiga argentina, y conocí también a un chico japonés, y ambos tachaban la puntualidad como buena educación. Y es que tenían razón: la puntualidad en el ser humano envía inmediatamente el mensaje de que estamos interesados en la razón de la reunión o el motivo específico al cual acudimos a algún lugar; si no llegamos temprano, el mensaje podría ser como de "qué flojera...".

Somos buenas personas en general (con sus respectivos negritos en el arroz), somos cordiales y educados cuando tenemos ganas... pero por mucho que el llegar tarde sea parte de la cultura del mexicano, siempre hay ciertas cosas que es mejor corregir.

jueves, 4 de abril de 2013

"Cuerpos ajenos y otras historias inesperadas"


A veces, por casualidad uno se puede encontrar ciertos libros en los lugares más inesperados. Fue lo que sucedió con éste título, el cual encontré abandonado en un librero de un Centro de Salud, y al cual decidí darle un poco más de vida al leerlo.

Admito que al principio, creí que se trataría de una mala novela cachondona (si, quedé un tanto traumada con los anteriores) y que además estaría aburrida a más no poder. Ciertamente, el título no me llamaba mucho la atención pero en un momento de aburrimiento en que cualquier cosa es buena menos estar en modo off viendo la vida pasar, comencé la lectura.
De antemano, no conozco al autor y jamás en la vida había escuchado de alguna de sus obras: Michael Marshall Smith. Descubrí después que es el mismo de un tal libro llamado "Clones" y del cual Steven Spielberg había pensado hacer una película (supongo que motivos tendrá para no haberla hecho). Tiempo después encontré en internet criticas bastante malas en cuanto a la calidad de su redacción y esas cosas que ahora no interesan mucho, sino más bien el libro.
"Cuerpos ajenos" está formado por varios cuentos, los cuales varían en extensión y en temática. El primer cuento, llamado "Mañana más" (título algo insípido) constituye el enganche perfecto para continuar con el libro y habla acerca de las curiosidades que se pueden encontrar en internet, que además se mezcla con algo de morbosidad en cuanto al sexo, secuestros y snuff que logra enganchar al lector de una manera espectacular ya que además de tratar un tema interesante, lo hace de manera sencilla y casi cotidiana, lo que provoca que la lectura sea mucho más fluida y digerible.
El resto de los cuentos, como decía, varían en cuanto a la temática, aunque se conserva un mismo estilo de escritura lo que lo hace un libro bastante consistente y entretenido. Debo admitir que los primeros cuentos son sumamente interesantes, entretenidos, digeribles, y tienen finales con los cuales nos quedamos con ganas de saber más acerca de la historia y la verdadera conclusión; es una especie de enigma que creo invitan al lector a imaginar (interactivo ¿no?).
En cuanto al estilo de redacción, el señor Michael utiliza en su mayoría la primera persona, lo que hace muy ligera la lectura. No usa palabras rebuscadas, ni metáforas estúpidas que confunden en cuanto a la imagen que quiere dar, sino que se apega a un estilo sencillo y agradable que incluso a mi me dio la impresión de que escribir es algo muy sencillo y cualquiera lo puede hacer.... (aunque, vamos, que dicen que eso es cierto... y si no, aquí estoy yo)
El problema de este libro: después de la mitad, las temáticas se empiezan a volver increíblemente repetitivas; el estilo lleno de sencillez y la primera persona me pareció demasiado, y es que quizás es más fácil imaginar en carne propia que en... ¿cuerpos ajenos?. Como sea, el hecho también de que todos los cuentos los dejara con un final a medias que era medio final y medio principio (como si recién estuviera introduciendo a la verdadera historia) me dejaba un mal sabor de boca, e incluso llegué a considerar dejar el libro a medias y leer otra cosa.
Sin embargo, me pareció que se trata de un buen libro para aquellas personas que estamos un poco bloqueadas en cuanto a la escritura, y es que a mi me dejó la idea de que en realidad ser escritor es arriesgarse a escribir de ideas estúpidas o disparatadas sin que nos importe... y es que precisamente la literatura es para crear universos nuevos, porque del que existe ya se ha hablado mucho.

viernes, 8 de febrero de 2013

"Pídeme lo que quieras"

Bien dicen: "Si algo funciona bien ¿para qué cambiarlo?"
En esta frase parece ser que se ha basado la autora española Megan Maxwell para crear su bilogía "Pídeme lo que quieras", que a juzgar por la portada y su advertencia de contenido, parece ser algo prometedora.
Por ello, y por la curiosidad del título, decidí lanzarme a la lectura a pesar de que a leguas se nota que me estoy enfrentando a una copia al éxito de E.L. James "50 Sombras de Grey" y toda la secuencia.


"Pídeme lo que quieras" relata la historia de Judith, una mujer joven y común y corriente que trabaja para una empresa llamada Müller, y quien por X o Y motivo conoce al -adivinen- jefe guapísimo y dueño de la empresa, Eric Zimmerman: alemán de 30 y tantos años que se encuentra en Madrid por cuestiones de negocios después de la muerte de su padre y quien -sigan adivinando- le gusta una clase particular de sexo: voyeurismo. Como se pueden imaginar, Judith y Eric comienzan a tener una relación basada en sexo y negocios, un común denominador entre estas historias de un tiempo para acá, y obviamente a ella la hace partícipe de sus fechorías de forma consentida.

La verdad es que de este libro no se puede decir mucho; nuevamente estamos frente a una historia escrita en primera persona, narrada desde el punto de vista de Judith, y por lo cual se hace omisión de algunos detalles de los demás personajes de la historia. Tiene un estilo increíblemente ráípdo, que si bien el de E. L. James solamente vemos una rápida ocurrencia de los acontecimientos, aquí supera por mucho la misma dinámica y además se añade que transcurre tiempo demasiado rápido, de forma que ahora estamos leyendo un párrafo equivalente a un día, luego viene una oración que equivale a una semana y se remata con 3 palabras que resumen un mes.
Judith me parece ser un personaje muy inmaduro, que si bien en muchas ocasiones me reí de sus diálogos y las ocurrencias, en otras tenía ganas de pegarle una buena cachetada para hacerla entrar en razón. Eric, por su parte, responde al prototipo de alemán: más frío que el culo de un pingüino, Además, me parece que se intentó hacer una vaga copia de Christian Grey en algunos de sus ademanes, pero obviamente las copias no son buenas. Otra cosa que se puede decir de éste hombre es que también tiene sus secretos, que si bien no son 51 sombras más oscuras que las oscuras de Grey, tampoco son cosas que se puedan tomar muy a la ligera, y de cierta manera ofrece una relación psicológica entre eso y su tendencia a ver actos sexuales... relación que por cierto, también me pareció medio lógica y sin chiste.
Ahora, pasando a lo interesante de la obra: el sexo. ¡Agobiante! Me parece que la literatura erótica debe tener muy en cuenta el momento en que se usan las escenas sexuales para ponerle sabor al libro, y pareciera que aquí la señora que lo escribió estaba cachonda perdida durante toda la redacción y hace uso del sexo a diestra y siniestra, de forma que después de un rato pierde chiste, y hasta me dio flojera leer más al respecto. No sé que tan adecuado sea seguir con la misma linea durante mucho tiempo, pero creo que no debe ser muy bueno que los lectores se aburran pronto.
El final del primer libro es... pues... parecido a otro (si, al de Grey...) Los acontecimientos ocurridos en el libro son similares a los del anteriormente mencionado, con la diferencia de que ocurren con más rapidez. Vamos que no es una copia exacta y barata, pero en originalidad si deja mucho qué desear.

Personalmente, creo que realizar algo tan similar a lo que ya se ha visto y ha pegado no es buena idea; las personas se aburren, y vamos a tener la tendencia de compararlo con el primeramente leído. Yo si lo hice, y me fue inevitable hacerlo de esa manera, y creo que por lo mismo no me gustó mucho el libro y ni siquiera opté por leer la siguiente parte (además de que no lo he encontrado).
Yo no lo recomiendo, y ya ni siquiera sé qué decir al respecto.

Trilogía "50 sombras"

Para ser sincera, y antes de comenzar con la siguiente entrada, debo de reconocer que el principal objetivo del blog fue dar a conocer mis escritos de una manera más moderna (como que me frustró eso de estar publicando en foros, escribir en cuadernos y encriptar para el resto de la eternidad mis creaciones que, si bien no son buenas, tampoco es para guardarlas por siempre), pero en días pasados se me vino a la mente la idea de hacer unas breves críticas y reseñas referentes a libros que he leído. Vamos, mi intención es ampliar la temática de este sitio... y que mis 3 lectores ocasionales -que me parecen ser muchos- tengan un poco más de materia.
Como inauguración, y por ser la más reciente lectura, les traigo el boom de la literatura erótica moderna, y me refiero precisamente a la trilogía de E.L. James que a continuación pasaré a medio destrozar.


"50 sombras de Grey" ha sido uno de los libros más mencionados durante el 2012; algunas personas hicieron de mi conocimiento que supuestamente era un libro muy malo, por lo cual me dediqué a leerlo y dar mi propia opinión.

De arranque, debo admitir que me encontré con una historia llena de clichés: estamos hablando de que la protagonista es una joven que se describe entre líneas como alguien muy normal y corriente, nada espectacular, que vive en una ciudad cualquiera, estudia una carrera cualquiera y tiene una vida cualquiera en general. Anastasia, que es el nombre de la chica, conoce por cuestiones de destino (para quienes creen en eso) a otro de los clichés más grandes de todos los tiempos: Christian Grey.
¿Qué tiene éste personaje de cliché? Bueno, se trata del típico hombre multimillonario, exitoso de los negocios, dueño de la propia empresa, joven y -como no- guapísimo. Christian tiene una historia oscura y un par de perversiones también medio oscuras: le gusta el sexo duro, que las mujeres sean sumisas, amarrarlas, azotarlas... y otras joyitas que sería bueno que leyeran por su propia cuenta.
Como se han de imaginar, Anastasia y Christian comienzan a tener una relación que... pues dista mucho del amor en un principio, pero para un roto siempre hay un descosido y así es como este par de personajes se juntan y comienzan a hacer de las suyas en un pent-house ubicado en lo más alto de un edificio de Seattle. No me gustaría entrar mucho en detalles respecto a la historia, y lo único que quisiera mencionar es que dentro del primer libro nos encontramos a un estilo que será repetido a lo largo de los otros dos: la redacción en primera persona. El hecho de que sea escrito de esta manera favorece mucho la lectura, la hace mucho más ligera y provoca cierta identificación del lector con la protagonista principal, a pesar de que se pierden detalles esenciales de otros personajes involucrados en la trilogía.
En fin; el libro deja la historia un poco a medias, y es una buena estrategia para invitar indirectamente a la lectura de los otros tres. Asi pues, proseguiré con el segundo.

"50 Sombras más oscuras" presenta la transición de Anastasia (Ana) a una vida un poco más madura al menos desde el punto de vista laboral, en el cual nos encontramos conque la chica ya labora profesionalmente en algo que le gusta y los caprichos de estudiante han quedado atrás. El personaje madura ligeramente, vamos, y se presentan algunas situaciones diferentes en torno a la relación con el magnate Christian Grey.
Al ser la pieza media de la trilogía, la trama se vuelve un poco más intensa y acelerada, se presentan situaciones un tanot más novedosas pero aún encontramos las sesiones de sexo duro entre Ana y Christian. En cuanto a la historia como tal, se revelan puntos claves en cuanto a la vida de Grey, su infancia y sus "sombras", motivos que aparentemente respaldan mucho el hecho de que le guste un sexo bastante peculiar.
Me gustaría recalcar en este punto que la historia transcurre de una manera increíblemente rápida: quizás durante el primer libro no se siente tanto, y la misma lectura y estructura que se tiene provoca que la percepción del tiempo referido en el libro no sea tan perceptible. Sin embargo, el segundo libro es algo acelerado (demasiado para mi gusto) y en lo personal me causó cierto conflicto.


"50 Sombras liberadas" encierra en su interior el desenlace de la obra completa. Yo leí éste libro ciertamente fastidiada, pero me gustaba un tanto la historia y quería saber qué había detrás de los traumas de Christian Grey. Me pareció que a este punto las escenas de sexo explícito ya eran un poco aburridas, y al ifnal opté por no leerlas y dedicarme enteramente a la historia romántica y cliché que hay detrás de todo eso. Aquí fue cuando recuperé la noción del tiempo y solamente exclamé "Whaaaaaaaat??". Si se atreven a leerlo, seguramente lo entenderán, pero mientras tanto solo me voy a limitar a decir que tengo doble opinión referente al final; primero, en cuanto a la historia con Ana, me pareció sumamente cliché y esperado el final, tan esperado que hasta me dio flojera y creo que lo leí en automático. Pero, en segundo lugar, hacen una especie de anexo pequeño referente a Christian Grey que me pareció interesante, y que aunque estaba también escrito en primera persona, al menos da un poco la visión del otro en cuanto a la situación... y, no sé, fue bastante interesante y le da un toque un tanto más ligero.


En general, no sé qué pensar de la trilogía. Primero quisiera referirme a la estructura: como ya dije, el hecho de que esté escrito en primera persona hace que el lector se conecte un poco más con el personaje principal, pero se pierden detalles de los demás. Existe mucho diálogo, algunos me parece que son innecesarios y que sólo agregan longitud al libro, pero al mismo tiempo provocan la sensación de estar leyendo rápidamente y avanzar a grandes pasos. Las descripciones de los personajes y de los lugares me parecieron insípidas, sin embargo creo que esto le da un efecto bastante interesante ya que, al crear una imagen difusa acerca de los personajes, se puede personalizar la escena y eso brinda la oportunidad de hacer la lectura más creativa e imaginativa. Además, cumple con la función de enganchar a las personas por el lado del sexo, que son las escenas descritas un poco más detalladamente (y el éxito de la obra).
En cuanto a los personajes, primeramente la cantidad es bastante reducida; apreciamos a lo largo de la obra a prácticamente las mismas personas que aparecen y reaparecen constantemente, por lo cual no es tan complicado seguir la pista o recordar quién es quién en la obra. Las interacciones, sin embargo, son bobas y quizás podrían haber sacado mejor partido de ellas.
La historia.... bueno, la historia está llena de todos los clichés habidos y por haber en el mundo del romanticismo: relación casi improbable entre dos personas diferentes (la normal y el guapísimo), propiedad de un helicoptero, un jet privado, un jate privado, inversiones extranjeras, exito en las empresas y los negocios, derretimiento instantáneo con una sonrisa a otras mujeres, celos de los amigos, intentos de homicidio, secuestro y violación, pesadillas, psiquiatras, persecuciones, emparejamiento entre miembros comunes, baile de máscaras... en fin, más de la mitad de las ideas más usadas en las novelas románticas son usadas en 3 libros y eso lo hace bastante predecible. Aunque, de vez en cuando aparecen algunas sorpresas agradables.
Ante todo, debo admitir que en un par de instantes me gustó mucho cómo la autora logró ciertas escenas, haciendo que incluso se me erizara la piel por la intensidad y porque durante toda la obra se invita a posicionarse en los zapatos de Ana, lo que a veces puede provocar mayor intensidad. Las escenas de sexo me gustaron más durante el primer libro, ya que al final me pareció que eran demasiado y un tanto comunes.
No me gustó para nada "la diosa que llevo dentro" y "mi subconsciente", me recordaron a Lizzie McGuire y su caricaturezca "yo" que normalmente hacía comentarios, además de que la forma en que las usaba hasta resultaba infantil y sonsa. 
Creo que el éxito de la obra se refiere a que usa una generalidad en las mujeres: el deseo de conocer a un hombre guapo y multimillonario del cual se enamoran, y que él se enamora de ellas, realiza cosas inimaginables, y después provoca un giro de 180° en la vida propia, lo que es emocionante. Como había dicho, el ser en primera persona invita mucho a esa conexión con el personaje y en enganche está casi garantizado. Es lo que toda mujer quisiera vivir, y lo que más de una mujer quisiera hacer en cuanto al sexo, por lo tanto representa también una via de escape a esos deseos reprimidos.
En conclusión: como actividad lúdica, está bastante entretenido y puede funcionar para matar el rato. Además, vamos que es bueno leer, al menos por cultura, y hasta puede servir para de menos subrayar las palabras que no se entienden, buscarlas en el diccionario y así aprender algo nuevo.