jueves, 7 de mayo de 2015

México da miedo

México da miedo, ya no se pude vivir tranquilamente pensando en los planes que se tienen, en lo que queremos lograr o en el patrimonio que queremos forjar en base a nuestro trabajo. Nos bombardean todos los días y a todas horas, por todos los medios, de noticias en las cuales únicamente figuran la violencia, el narcotráfico, los secuestros y los asesinatos tanto de personas involucradas en el crimen organizado como de civiles que tuvieron la mala fortuna de encontrarse en el lugar menos indicado y a la hora menos adecuada, justo cuando un grupo armado abría fuego a diestra y siniestra contra el grupo contrario.

Estamos en la mira del mundo, pero no porque nos estemos desarrollando como una potencia mundial, sino porque otros países alertan a sus habitantes de no visitar el país a menos de que sea "estrictamente necesario", como es el caso de Estados Unidos de América, quien levantó alerta en México e hizo la anterior invitación. Y al igual que ellos, decenas de países advierten de la inseguridad en México y protegen a su gente de males innecesarios, incluso haciendo énfasis que en destinos turísticos también ocurren situaciones graves como de desaparecidos, secuestrados o asesinados. Existió ya el caso de la mujer canadiense encontrada en una fosa común de Oaxaca, también de la Ucraniana desaparecida en las costas del este; están documentadas las violaciones a las españolas en Acapulco, los americanos estrangulados en su casa de retiro, el ciclista atropellado, y tantas historias de terror que no han sido contadas por los medios mexicanos.

Sin embargo, la situación en México es mucho más cruda de lo que abordan los medios comunicativos extranjeros, y las personas aquí lo vemos de una manera distinta y frustrante: el futuro se ve negro.

Los empresarios son secuestrados o extorsionados, deben pagar ciertas "multas" a algunos grupos para poder operar sus negocios (a veces tiendas de abarrotes pequeñas) con la autorización y bendición de quien ocupe la región geográfica; los hijos de personalidades pudientes e influyentes deben ir con cuidado de con quien se meten, qué publican en las redes sociales y con quién se juntan (o los secuestran, o los utilizan de cebo); los estudiantes destacados en algunas disciplinas como Química se ven tarde que temprano en el aprieto de decidir entre trabajar para un cartel o morir. Los campesinos deben prestar sus tierras para siembra de algunas plantitas ilegales en el país, los choferes son obligados a acarrear mercancía ilegal de un lugar a otro, los músicos deben amenizar las fiestas de la gente poderosa. Los niños no corren con mejor suerte: aquellos que son identificados como sobresalientes (y por falta de un sistema adecuado para cubrir las necesidades de éstos) son usados para fines delictivos, y a los demás los contratan como observadores. La realidad es que no puedes hacer nada ni ser nadie sin estar expuesto a la muerte.

Hace un par de meses asesinaron a una mujer cerca de casa, la encontraron golpeada, semidesnuda y en estado de putrefacción; cientos de mujeres desaparecen todos los días, cientos de personas son asesinadas y echadas a una fosa clandestina, en un vertedero de cadáveres al pie de la sierra y sin que nadie los busque o los reclame. La gente tiene miedo de hablar, de denunciar a los agresores, a los ladrones, al vecino que vende droga, al marido que golpea o a los hijos que robaron. Conocen a los delincuentes más buscados por nombre, cara y apellido, pero hasta la policía mata.

Siento que ya no puedo ser nadie en México, que no puedo ser visa, que no se pueden compartir los logros, que no puedes salir a la calle sola porque te expones a violaciones o raptos, que no puedes denunciar, ni hablar, ni expresarte porque te hacen callar a balazos. México da mucho miedo, da miedo despertar, caminar, viajar, ir al trabajo, salir con amigos, estudiar, reir, hasta ser bonita... da miedo vivir, y da más miedo aún que un día te topes con la parca de frente... y sobrevivas para contarlo.