jueves, 30 de mayo de 2013

Acerca de la puntualidad del mexicano

No, realmente no pretendo echarle tierra a mi propia gente, ni tampoco quisiera pararme el cuello y decir que yo soy la persona más puntual de la república, lo que sí me gustaría abordar en éste post es precisamente la falta de puntualidad en general del mexicano y la pertenencia de la misma a la cultura... aunque no debería ser así.

Al igual que muchos otros estudiantes, yo debo abandonar mi ciudad día con día y viajar al menos 1 hora para llegar a la universidad donde, afortunadamente y con mucho esfuerzo, ya estoy por terminar mi licenciatura. Durante 3 años y medio he tenido que abordar diariamente un autobús tanto al mediodía como en la noche, y he presenciado (y también protagonizado) actos de impuntualidad que rayan el límite de la mentada de madre para los demás. Si bien es cierto que muchas veces estamos a merced de las neuras del profesor, también deberíamos hacernos responsables para que cuando salimos a fiestas, llegar temprano o simplemente aceptar que uno se equivoca en cuanto al horario del camión. La cuestión es que la mayoría de las veces pude ver cómo las personas que llegaban tarde se enfurecían ante los regaños por la tardanza y -en el peor de los casos- por dejarlos ya que no estaban a la hora acordada; muchas veces se habló de compañerismo y de tolerancia, del supuesto respeto que se deben tener y el apoyo de que todos son estudiantes y tienen los mismos derechos.

¿Pero cuándo se pusieron a pensar en el respeto dado hacia los que pacientemente esperan?

Hoy precisamente, en uno de esos arranques de suerte en el que nos vamos en el auto de una compañera hasta la universidad (pagando la cuota respectiva de la gasolina), se acordó el horario de partida a las 2 de la tarde para con ello aprovechar el tiempo antes de la hora de clase y discutir cuestiones de graduación y todo ese cotorreo. Eran las 2:40 cuando pasaron por el lugar en que me recogerían... 40 minutos de mi vida desperdiciados estando parada en la calle a ver a qué hora se le ocurría a la señorita pasar por mi. Ahí fue cuando empecé a pensar en todo esto.

¿Qué tan difícil es planear las actividades?

Tenerlo todo extremadamente controlado es imposible, siempre surgen imprevistos ya que convivimos con personas de criterio propio y actividades propias de su agrado, sin embargo esa no es razón ni mucho menos pretexto para después dar la cara frente a otras personas y decir "perdón, se me hizo tarde".... y, desde luego, la disculpa siempre viene de las personas que o bien lo sienten realmente, o bien es su manera automática de desafanarse de sus propias responsabilidades (hoy yo no obtuve ninguna de ellas).
Yo creo que por eso a los mexicanos nos dicen que somos flojos y desobligados, o quizás muy relajados y poco responsables... y es que todos, en algun momento, nos hemos tirado a la flojera y a la conchudez de decir "de todos modos, todos llegan tarde". Y si, todos llegan tarde, pero esa tardanza retrasa los evetnos, los vuelve informales, dan flojera y aburren a los que esperan... ¿y los que son puntuales? Se les tacha de complicados, de obsesivos, de mil y un cosas y además todavía se incluye la burla respectiva... sin olvidar, claro, que luego nos admiramos de los extranjeros por su exceso de puntualidad.

Tenía una amiga argentina, y conocí también a un chico japonés, y ambos tachaban la puntualidad como buena educación. Y es que tenían razón: la puntualidad en el ser humano envía inmediatamente el mensaje de que estamos interesados en la razón de la reunión o el motivo específico al cual acudimos a algún lugar; si no llegamos temprano, el mensaje podría ser como de "qué flojera...".

Somos buenas personas en general (con sus respectivos negritos en el arroz), somos cordiales y educados cuando tenemos ganas... pero por mucho que el llegar tarde sea parte de la cultura del mexicano, siempre hay ciertas cosas que es mejor corregir.