miércoles, 7 de agosto de 2013

Redes Sociales

Tengo facebook, al igual que la gran mayoría de las personas que conozco. Lo uso ocasionalmente para publicar tonterías, pensamientos sin sentido, quejas injustificadas (que se me dan mucho), fotografías que me parecieron curiosas, artículos de interés, entradas de un blog que nadie lee... cosas vanales, como se les podría nombrar, y es que no le veo sentido a ventilar mi vida íntima y que todo el mundo lo sepa.

Muchas personas, con tal de obtener muchos "likes" o comentarios en sus publicaciones, no miden las consecuencias de las mismas: suben fotografías de ellos mismos en poses sexuales, poca ropa, intentando dar a los demás una imagen de "chic@ sexy" y así ganar muchos likes, como si los mismos fueran sinónimo de popularidad real. Así mismo, suben fotos de niños pequeños, habiendo muchísimos pedófilos merodeando por ahí; suben fotos de sus familias, la casa, el auto, últimas adquisiciones, zapatos, anillos, y los no menos importantes cafés de media tarde, comida (con filtro incluído) y últimamente el recién agregado estado de ánimo... santo y seña de dónde están, arriesgando que en un país como el nuestro, con secuestros a la orden del día, sean ellos las próximas víctimas.

¿Y tu privacidad, usuario?

O mejor aún... ¿y tu calidad de humano sociable?

Viviendo tan apendejados (porque no hay otra palabra) en el internet, nos alejamos de las personas que están más cerca de nosotros. Eso si, nunca falta el mensajito de amor y felicitación a la madre/padre en su cumpleaños (y que el respectivo destinatario no tiene facebook), el abrazo virtual, el pensamiento positivo copy-pasteado de otro facebook o de google buscando "frases de...", el mensaje al amigo/familiar muerto...

Eso si, todo lo anterior fuera de las redes sociales es lo contrario: el aislamiento de la familia y las reuniones sociales por estar pegados en la lap/celular/tablet, el constante reto a las autoridades como son los padres, con su poderosa e infaltable dosis de groserías, gritos, desvalorización e incluso hasta golpes; la ignorancia hacia el amigo que pasa por momentos difíciles, o incluso el hostigamiento en base a ese tema antes que extenderle una mano de ayuda, las caras amargas en la calle, las mentadas de madre a los conductores, las críticas y caras de repugnancia al minusválido... y de los difuntos, prefiero citar a Jaime Sabines:

Yo no quiero elogiarte como acostumbran los arrepentidos
porque te quise a tu hora, en tu lugar preciso
y harto sé lo que fuiste, tan corrientem, tan simple
pero me he puesto a llorar como una niña porque te moriste.

Hubiera seguido con la entrada, pero prefiero dejarla hasta aquí, a la imaginación de los pocos lectores que pasarán por éstos rumbos y con la finalidad de que cada uno piense si quiere vivir la "vida de estrella": ajetreada, ante la vista pública, sin secretos ni intimidad... o si como muchos otros, queremos vivirla plenamente y en tranquilidad.

Paz, hermanos.

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