lunes, 8 de febrero de 2016

Único deseo

-Toma - Me dijo con su voz áspera - Te va a servir.

Extendió hacia mi un libro casi tan desgastado como mis energías y mis ganas de salir adelante. No tenía ni una sola letra en la cubierta que me diera un indicio del contenido del libro; se notaba que había pasado por varias manos antes de llegar a mi, sin embargo se mantenía entero, con todas sus hojas perfectamente cosidas por el lomo pero ya amarillentas por el paso de los años.

Lo guardé en mi bolso y ahí pasó los siguientes 7 días. A veces recordaba que estaba ahí, pero por prisas u otros quehaceres lo dejaba olvidado nuevamente bajo la promesa de que lo leería después. A veces tenía la impresión de que me gritaba que lo liberara, que necesitaba sentir el viento, ver la luz del sol; su insistencia fue tanta que una noche, en punto de las 3:00 am, me levanté decididamente a saber de una vez por todas de qué iba aquel libro.

Las primeras 11 páginas estaban totalmente en blanco, no había manera de suponer que en algún momento existió en ellas alguna palabra ya que su superficie lucía lisa, con un tono uniforme y sin un rastro de tinta, marcas o rayón. En la página 12, como encabezado y escrito con una caligrafía perfecta, se leía aún claramente "Invocación". Me llevó un par de minutos darme cuenta que aquello era una especie de conjuro, de invocación a un ser de quién sabe qué plano o de qué tipo, y una voz en mi cabeza me orilló a leer aquello de inmediato.

Iniciaba con una pequeña reseña, seguido de indicaciones generales para preparar un lugar específico en casa, totalmente a oscuras, en donde se realizaría una especie de meditación inicial. No hablaba de ningún tipo de precaución que se debiera tomar, iba al grano:

 "Manténgase sentado, con la espalda recta y los hombros relajados; use una vela para iluminar el libro, recite lo siguiente y espere 10 minutos con los ojos cerrados. Bajará a un nivel de relajamiento extremo, sentirá sus extremidades adormecerse y algo entumecidas. Después de dicho tiempo, abra sus ojos lentamente y recite las siguientes palabras..."

Seguía una serie de palabras, un conjuro, cosas que no entendía y que eran una mezcla de latín y algún otro idioma extraño. 

Me senté en la única silla de mi habitación, apagué las luces y encendí una vela que guardaba en el cajón de la mesita de noche para alguna emergencia. Hice las cosas al pie de la letra, sentí mis brazos y piernas hormiguear incontrolablemente, vibrar, sentí como se calentaba mi frente de forma extraña y mi corazón palpitar excitado. Leí cada una de las palabras tal y como creí que sería adecuado, respeté cada punto y coma del texto,.. y esperé.

3 minutos le tomó manifestarse: era una mujer extraña, de cabello negro, muy largo y lacio. Era bas.tante alta, debería medir alrededor de 1 metro 90, iba vestida de negro. Sus ojos eran penetrantes, se veía en ellos una luz extraña, tétrica; parecía sonreír, pero simplemente era que su boca era increíblemente grande, y de ella salía una lengua desproporcionalmente larga. Escuché su voz en mi cabeza, una voz dulce que no cuadraba con su imagen.

-¿Qué quieres? ¿Dinero, amor, éxito? Lo que sea lo puedes tener, te lo puedo dar.

Y como por arte de magia lo recordé. Era él quien me hacía falta en mi vida, a quien deseaba tener nuevamente a mi lado en las madrugadas, con quien deseaba trasnocharme mientras hablaba de todo y nada a la vez; sabía que estaría bien con él, que podría enfrentar cualquiera cosa que se viniera si me sujetaba la mano, si me besaba, si me iba a buscar de vez en cuando al trabajo y me reprochaba mi falta de caracter. Era él mi único deseo, el amor de mi vida.

-Quiero que él sea feliz - Fueron mis palabras finales.

No, no es que haya sido una tonta por desperdiciar semejante oportunidad de tener cualquier cosa, sino que él es simplemente la persona a la que más amo en la vida... y el acto más grande de amor que puedes hacer por una persona es permitirle ser feliz