martes, 10 de julio de 2012

Revive


Parece ser que en éste momento no me queda más que resignarme a formar parte de las cosas que de alguna manera siempre estoy negando; si bien ellos me negaron a mí primero, me rechazaron, ahora les regreso un poco del rechazo que tan inconscientemente cargué en mi piel por 22 años y medio. 

Felicidades, Aydee, por tu no cumpleaños que has escrito en una red social llena de frivolidades y banalidades, de gente que con dos puntos y un paréntesis cerrado pretenden envolver de sentimientos falsos unas palabras que tantas veces se parecen a las mpias (mpias: soy incapaz de escribir correctamente ¿será que me resisto?)… corrijo: se parecen a las mías, tan forzadas y estrujadas inútilmente al querer obligarlas a salir de la mente, atascándose entre mis dedos que van y vienen por el teclado casi de manera automática. 

“Si, ya voy” digo con desgano a mi madre, así como le dije con una sonrisa burlezca que simplemente prefería hacer la nada en la soledad del cuarto que me he apropiado pero que me rehúso a habitar. Las imágenes de santos y las cruces deben de salir de él, así como el montón de piezas del pasado que estorban por doquier, incluso en la recámara que sí habito normalmente. Me detengo a escribir, a ver si así alivio un poco todo lo que ya me viene molestando desde hace algo de tiempo…


Interferencia en los pensamientos.

Da igual, mejor emprendo la partida. Sigo diciendo que las cosas no son las mismas cuando no estás, porque no vale la pena hacer algunas cosas sin tener quien las valide, es como simplemente no hacerlas, como el árbol que cae en un lugar solitario y nadie sabe si ha provocado ruido. Más, dentro de todo, es curioso que estando tú por dentro, sin estar fuera y siguiendo estando en un lugar que no sé cuál es, te busco en letras que no tenían la intención de acercarnos en aquel entonces.

Estamos sin estar, ambos, en el mismo momento pero en formas diferentes.

Me voy.

Cuento de sábado en la noche


De pronto ya no se sentía como si estuviese en las típicas pesadillas donde existen monstruos horripilantes que salen de debajo de la cama por las noches en que el viento sopla y mueve tétricamente las ramas de los árboles, pareciendo que éstos cobran vida propia y esperan amenazantes el momento ideal para atacarte a través del cristal de la ventana; era una noche más bien tranquila, silencia, el tipo de noches que solía disfrutar estando en soledad, quizá fumando n cigarrillo y observando cómo el humo de éste se arremolina siendo tenuemente iluminado por el fuego.

El negro telón de la noche ya se había corrido sobre la ciudad y lo único que podía observarse claramente desde el mirador eran las lámparas de la calle, así como los autos que iban y venían por las avenidas a gran velocidad; a lo lejos, quizás, solo se escuchaba levemente el ulular de los búhos ocultos entre los árboles de aquel paradero donde caminaba sin rumbo fijo, sólo observando la postal que ante sus ojos se presentaba. 

Repentinamente, sintió un aire frío recorriéndole la médula, tan frío que parecía que se trataban de cientos de cuchillos clavándosele en la piel… o tal vez agujas; sí, agujas es lo más parecido, de esas que se clavan hasta topar con hueso. Al darse vuela, le vio de pie, inmóvil, con el rostro a unos cuantos centímetros y de piel cetrina, casi tan pálida como la luz de la luna. No se movió, sino que se limitó a clavar su mirada en los ojos grisáceos y muertos de aquella persona frente a él; notaba el olor fétido de su respiración y se distraía ocasionalmente con el cabello enmarañado que enmarcaba el pálido rostro. Al intentar de manera grotesca imitar una sonrisa, una fila de dientes amarillos se asomó entre los finos labios… y con un rápido movimiento, colocó la huesuda y fría mano en su cuello.

Despertó sobresaltado, con el hocico del perro muy cerca de su rostro y un calor insoportable que le había sudar hasta por las orejas.

INN


Sonidos.

Escucho la respiración del mundo, de los árboles, de las aves que pasan volando fuera de mi ventana y surcan los cielos con las alas de colores que nunca pude obtener aunque arrancara de ellos las plumas de forma desesperada, sin que el piar lastimoso lograra corromper la templanza y dedicación con la cual me apropiaba de los únicos rasgos de libertad que podía tener conmigo.

La sangre tibia resbala por mis manos y entre mis dedos, llega hasta mis faldas blancas que casi inútilmente he intentado proteger del carmín de la vida que ahora hay en mí. Soy como dios, doy la vida y la arranco de los cuerpos cuando me da la gana y nunca me canso de ver cómo la luz abandona los ojos de las pequeñas criaturas que se retuercen entre mis manos porque cada vez es diferente, cada vez es más excitante sentir ese poder de acabar con la perfección en un desenfrenado intento de apaciguar el holocausto interno, de asesinar a los propios demonios que arrancan y carcomen el cerebro pero que me dejan con vida y en total cordura para seguir viendo atónita cómo los demás se quedan tranquilos, hundidos en  un averno de perfección que destruye más diabólicamente sus mentes.

Las fantasías son para los locos, para las personas que no han entendido que solamente somos criaturas que intentan sobrevivir a las catástrofes de la vida, que se rigen por escuálidas formas misteriosas que apañan los sentidos incluso en los días más soleados o bajo las lunas más brillantes ¡Son las mismas sombras que se proyectan sobre las paredes blancas de mi habitación, que me hablan con voces que se confunden con el viento entre los árboles, que me cantan con sonidos similares a los aullidos de los lobos! Son las sombras que todas las mañanas opacan los espejos y se cuelan hasta mi interior a través de mis pupilas ya completamente abiertas como invitándoles a que entren cuán dueño de un aposento abandonado; piel pálida y labios resecos detrás de cabello negro enmarañado es lo que he obtenido como recompensa por albergar a las almas  del mundo en mi cuerpo… ¿Y? Son los estigmas de mi devoción, idénticos a los huecos de clavos y heridas que ustedes veneran.

¿Por qué me miran así cuando digo que quiero pintar las paredes con la vida de la gente? Si las propias paredes que te encierran en la locura tienen sangre y nombres…