Lo malo de la vida hasta ese momento no es lo que sucede
realmente, sino todo lo que por mi culpa estoy creando; cientos de ocasiones me
había visto envuelta en el mismo problema, siempre con las mismas palabras, y
nuevamente me encontraba con la desgracia en puerta de tener que elegir entre
una cosa y otra. Ésta vez, la situación eres tú… pero no se trata de elegir
entre huir o quedarme, sino entre decir y no decir, entre explicar y no
explicar, entre llorar y pacientemente sentarme a esperar.
Es mejor sentarse, dejar que las horas transcurran
libremente mientras me ocupo en otra cosa y tu al mismo tiempo ocupas mi mente.
Recuerdo cuando le dije a un amigo “piensa un número del 1 al 100 y ahora date cuenta que ese número
nunca pensará en ti”… ¿será lo mismo entre nosotros? Aquí se siente ese hueco
que deja tu ausencia, la nostalgia de saberte cercas aunque no lo estés tan
físicamente, y también el temor de que a pesar de que hay palabras entre
nosotros y que de muchas maneras podemos seguir unidos, pareciera que la unión
comenzara a desvanecerse.
Tal vez, no es que se
desaparezca lo que nos une… tal vez sólo está mudando de piel o preparándose
para hibernar.
Anoche soñé contigo y por eso me
quedé pensando en todo esto. Hoy pensé que me levantaría y todo estaría bien,
que podría saber un poco de ti como normalmente sucede. Hizo presencia el
silencio… y a mí no me gusta cuando
callas, porque estás como ausente.
Dices que hay letras que se
escriben en serio, y no en serie… creo saber qué es lo que está pasando.
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